La sociedad supo responder hace un tiempo al aumento de la emergencia alimentaria capitalista, consecuencia de los diferentes gobiernos y su sostenimiento de la sociedad de explotación. En Cordón Norte, por ejemplo, funcionan, entre otras estructuras solidarias, una olla y el llamado merendero Ácrata.
El merendero es una de esas estructuras autoorganizadas de acción directa que busca intervenir sobre una emergencia específica: la necesidad de alimentarse. Pero a la vez, parte del reconocimiento que alimentarse es más que el acto de comer y beber. Es un acto social simbólico y donde se expresan todas las posibilidades y miserias actuales. El capitalismo produce más que falta de alimentos, produce una soledad inmensa, carencia de vínculos y una miseria que busca eliminar la solidaridad popular generalizando la competencia constante. En ese sentido, los márgenes de la sociedad funcionan como carne para la picadora sistémica.
Entonces, ¿todo acto en donde se pone comida para otrxs es un acto de caridad? ¿Siempre se reproducen los roles de mendicidad e institucionalización? En el merendero (y en muchos otros sitios) se demuestra que no. La acción y las prácticas son las que hablan. Todo el tiempo se problematiza la situación que lleva a la emergencia y las razones que producen la realidad actual, los roles y cómo desarrollar contra instancias y autoorganización. La diferencia entonces radica en la tensión que se busca generar contra el orden establecido y sus modos de emparchar a la vez que se crean prácticas de solidaridad real sin lucro y sin intereses ocultos.
El merendero Ácrata pone en funcionamiento una amplia red de voluntades en una estructura autoorganizada y en donde el poner en común es esencial. La asamblea como método de resolución y la búsqueda constante de responsabilidad se suman a un proyecto más amplio de autogestión y conflicto anticapitalista explícito. La libertad es una construcción social, la anarquía es una tensión constante contra los poderes que intentan inhibir las potencias de las personas. En el merendero se intenta romper el “dar de comer” al poner en funcionamiento modos autogestivos y solidarios donde todxs deben boicotear su posición en el mundo y reaprender junto a lxs demás. La solidaridad es subversiva y transformadora. Afuera queda llorando el liberalismo que dice que cada unx debe rescatarse solx y que la empatía es tontera.
La caridad viene de arriba, la solidaridad se construye horizontalmente, siempre estaremos en primera línea. No hay clientes, ni usuarios, en un barrio autoorganizado nadie está solx, todxs son compañerxs.
La solidaridad es nuestra arma.