Parto de un axioma: Un sistema donde las lógicas de la economía de mercado son hegemónicas a nivel de la producción, distribución, intercambio y consumo, torna imposible cualquier acción u organización económica que no se inserte en sus formas de funcionamiento, reforzándolas y ampliándolas. Entonces, la denominada economía solidaria, lejos de ser entendida como una alternativa al sistema, en realidad es una forma entre otras en las que se dan diversas operaciones económicas que cumplen y aceptan los presupuestos de eficiencia, rentabilidad, ánimo de lucro, competencia, oferta y demanda, crecimiento y acumulación.

Por otro lado, el sistema económico de mercado, en otras palabras, el sistema capitalista, paralela y permanentemente, fortalece los fundamentos antropológicos que le hacen posible y le permiten reproducirse, esto es el egoísmo, el interés individual, el beneficio propio, entre otros, sobre los cuales se operativizan todas las formas económicas actuales (incluidas las “solidarias”).

A pesar del corpus teórico de moralización y reformulación de la economía mercado que ha planteado la economía solidaria, ésta muestra, como uno de sus principales resultados, una incongruencia entre sus principios y sus prácticas reales. No solo eso, su relativo éxito se debe a una posible funcionalización del pensamiento ético que contribuye a la expansión totalizante de la economía de mercado, gracias al concepto de inclusión, entendida como un proceso de incorporación y de goce de los beneficios de participación en “el sistema de mercado”.

¿Qué tiene de solidaria la economía solidaria? Se convierte en una pregunta clave para un análisis crítico que se ocupe de esclarecer los reales alcances de este enfoque, claro, si acaso alguien en el mundo de la economía solidaria es suficientemente crítico (lúcido u honesto) como para permitirse romper los dogmas, mirar con atención el entorno y recobrar la lucidez y el sentido de insistir en que la economía debería ser un instrumento al servicio de la vida, y no al revés.